Viejo, mi viejo.

|

Su hijo deseaba ser un pintor cubista, pero el mundo lo transformó en un geólogo afamado. Estaba acostumbrado a ser un incomprendido, llegó a una etapa de su vida en la que nada parecía dar resultado. Decidió dejar de lado las caretas y comenzar a hablar en su idioma nativo. Que sea un incomprendido no quiere decir que tenga un corazón lleno de maldad, la gente no actúa con maldad instintiva, es algo que se mete en sus corazones apoderándose de hasta la más mínima fibra del ser.

Un par de abuelos murieron solos pero felices, el tan solo deseaba conocer un fragmento de la felicidad que se obtiene cuando se actúa de corazón. Comenzó a actuar de corazón, pero desde ese instante fue como si nadie más en el mundo hablase su lenguaje. No odiaba, pero a él si lo odiaban. No tenia resentimiento, pero si había mucha gente que estaba resentida. Como geólogo tenía una inmensa cantidad de logros, sin embargo nada de eso podía llenarle el corazón. Si te aíslas nunca estarás solo, si te borras ellos jamás podrán sacar tu imagen de sus retinas, si sigues la corriente serás un pez más en un mar de gatos albinos. Los que actúan de buena fe y se comprometen con el corazón son una raza extinta , el deseaba creer que eso fuese mentira. Respirando sangre y cantándole al cemento decidió seguir viviendo , aferrado a la esperanza de encontrar a un forastero que supiera hablar su idioma. Anoche mandó carta desde el infierno, su salud está mejor, su juego en el golf ha mejorado mucho y sus calcetines por fin cumplen la función de dar calor a sus pies. Descubrió que su alergia a la sal ha empeorado, ya no come ni duerme, descansa recostado en su lecho ceniciento lleno de recuerdos que nunca existieron. Pronto, apresúrate, llena tus alforjas y sal de ahí apenas puedas, cierra por fin tu boca ya que no necesitas hablar, de todos modos nadie entiende tus palabras, mejor sonríe. Se terminaron sus poemas tristes y nunca supo dibujar, en realidad nunca entendió el cubismo, solo una mirada basta para saber que existen muchos como el, que no hablan ya que no lo necesitan, sólo aguardan expectantes el momento de mostrar de lo que son capaces, la gente cambia, el también pudo cambiar. Dejó la geología, ahora vende artesanía afuera de una gran universidad, su hijo lo conoce y algún día lo va a respetar, el viejo espera ansioso ese momento, para eso se ha preparado toda su vida, en una vieja mochila de cuero guarda sus memorias, en la cubierta del libro, con letras doradas se puede leer “Manual De Instrucciones Practicas Para Cambiar El Mundo”.

0 Bestias rugiendo: