Te soporto porque me gusta acostarme contigo. Soy lo más sincero que puedo ser, esa es la única razón por la que estoy contigo. Nos unen un sinfín de lazos de relativa importancia, afectos, costumbres, sueños comunes, etc. Pero la verdad es que a ninguno de los dos nos importa eso.
No nos llevamos bien, ni siquiera siento simpatía por ti, pero que más puedo hacer si no tienes comparación en la cama. Aunque suene triste ese es el único lugar en donde parecemos congeniar. Y no me sorprende el hecho de que los mejores recuerdos que tengo junto a ti han ocurrido precisamente en mi cama, o en tu cama, o en la de tu hermano, o en la mesa de la cocina de tu casa, bueno generalmente sobre superficies horizontales.
No sabría decirte si realmente te quiero, te extraño, no me agrada el vacío que dejaste en mi cama, no me agrada el frío. Supongo que mi cama también te extraña.
Por otra parte me gusta que no estés, no tengo que compartir la comida, ni el dinero, ni el control remoto. Me puedo levantar más tarde, no tengo que convivir con tu familia.
Supongo que te amo, pero en la cama. En mi existencia fuera de la cama definitivamente no te soporto.
