El 14 es un número demasiado bueno para ser real

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La calle que hay frente a mi ventana está plagada de mujeres con labios negros, musas de poetas malos y enanos de circos baratos. Por eso mismo voy a pintar mi ventana de azul para que todo se vea del color del mar.
Si me preguntas ¿ cuál fue el día más feliz de mi vida?. Tendría que responder que fue uno entre el 10 y el 25 de febrero de el presente año. Jugaba paletas con mi mejor amigo, estábamos en la playa lejos de la inmundicia, fue bueno sólo pensar en jugar a las paletas. Fue demasiado bueno dejar de ser yo por 10 días.

Si tengo que resumir los últimos días de existencia, han sido realmente buenos, leo, pienso y me río bastante.

De Espaldas

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Con cubiertas de latón voy a construirme una prisión, pienso recluirme en ella y no salir jamás. Le temo a los golpes fuertes y a las pelusas de mi alfombra, además estoy convencido de que el tipo del negocio de la esquina quiere robarme los pompones de mi gorro plomo. No puedo ni voy a permitir que lo haga. Primero he de matar al bastardo, se donde vive y a que hora sale. Se que tengo problemas y por eso nadie puede ver mi rostro, si lo vieran también caerían presos de locuras infernales. Sueño con lagartos que comen arañas, lagartos escamosos de color verde oscuro, con diminutos dietes tan afilados como un bisturí. Esta noche voy a capturar al lagarto, también tengo un plan para eso. Mientras duerma, en realidad estaré despierto, voy a cazar al maldito lagarto con el control remoto de mi TV y un lápiz pasta rojo. Con el control le voy a aplastar la cola para que no escape y luego le voy a cortar la cabeza con la punta del lápiz rojo. Merece morir ya que come arañas, pero según el sueño es un lagarto inteligente, se va a esconder pero yo voy a estar despierto y el no se va a poder escapar. ¡Gran sorpresa!, el tipo del negocio me ofrece una ofrenda para que no lo mate, es una bolsa de papel azul, con un tarro de crema y duraznos en conserva. Aunque recibo su regalo con regocijo, él debe morir, decidí degollarlo para que su muerte fuese rápida. Ahora esperaré a que llegue la noche, ese lagarto come arañas también merece morir, sólo así las arañas en muestra de gratitud me regalaran 3 pares de brazos para poder rascarme la espalda a gusto.

Viejo, mi viejo.

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Su hijo deseaba ser un pintor cubista, pero el mundo lo transformó en un geólogo afamado. Estaba acostumbrado a ser un incomprendido, llegó a una etapa de su vida en la que nada parecía dar resultado. Decidió dejar de lado las caretas y comenzar a hablar en su idioma nativo. Que sea un incomprendido no quiere decir que tenga un corazón lleno de maldad, la gente no actúa con maldad instintiva, es algo que se mete en sus corazones apoderándose de hasta la más mínima fibra del ser.

Un par de abuelos murieron solos pero felices, el tan solo deseaba conocer un fragmento de la felicidad que se obtiene cuando se actúa de corazón. Comenzó a actuar de corazón, pero desde ese instante fue como si nadie más en el mundo hablase su lenguaje. No odiaba, pero a él si lo odiaban. No tenia resentimiento, pero si había mucha gente que estaba resentida. Como geólogo tenía una inmensa cantidad de logros, sin embargo nada de eso podía llenarle el corazón. Si te aíslas nunca estarás solo, si te borras ellos jamás podrán sacar tu imagen de sus retinas, si sigues la corriente serás un pez más en un mar de gatos albinos. Los que actúan de buena fe y se comprometen con el corazón son una raza extinta , el deseaba creer que eso fuese mentira. Respirando sangre y cantándole al cemento decidió seguir viviendo , aferrado a la esperanza de encontrar a un forastero que supiera hablar su idioma. Anoche mandó carta desde el infierno, su salud está mejor, su juego en el golf ha mejorado mucho y sus calcetines por fin cumplen la función de dar calor a sus pies. Descubrió que su alergia a la sal ha empeorado, ya no come ni duerme, descansa recostado en su lecho ceniciento lleno de recuerdos que nunca existieron. Pronto, apresúrate, llena tus alforjas y sal de ahí apenas puedas, cierra por fin tu boca ya que no necesitas hablar, de todos modos nadie entiende tus palabras, mejor sonríe. Se terminaron sus poemas tristes y nunca supo dibujar, en realidad nunca entendió el cubismo, solo una mirada basta para saber que existen muchos como el, que no hablan ya que no lo necesitan, sólo aguardan expectantes el momento de mostrar de lo que son capaces, la gente cambia, el también pudo cambiar. Dejó la geología, ahora vende artesanía afuera de una gran universidad, su hijo lo conoce y algún día lo va a respetar, el viejo espera ansioso ese momento, para eso se ha preparado toda su vida, en una vieja mochila de cuero guarda sus memorias, en la cubierta del libro, con letras doradas se puede leer “Manual De Instrucciones Practicas Para Cambiar El Mundo”.